El cuadro clínico que produce la gripe se caracteriza por fiebre y escalofríos, dolor de cabeza y de garganta, congestión nasal y dolores musculares.
Para prevenirla abordaremos algunos consejos fáciles de poner en práctica.
La actividad física moderada y una adecuada alimentación son la combinación perfecta en la prevención de muchas enfermedades. Existe la creencia, ampliamente extendida, de que el consumo de vitamina C puede curar el resfriado o la gripe. La realidad es que en nuestra sociedad es difícil que tengamos déficit de vitamina C, y su efecto protector consiste en la intervención sobre la síntesis de moléculas estructurales imprescindibles para el correcto funcionamiento de nuestro organismo, incluido el sistema inmune. Actualmente no existen estudios científicos que confirmen la prevención de la gripe mediante un mecanismo directo de la vitamina C. Recordemos que la vitamina C se encuentra en frutas como la naranja, el limón, el kiwi o la fresa, y en verduras como el pimiento, el perejil o el brócoli.
Se ha planteado también la posibilidad de que la vitamina D mejore la inmunización en las personas que se vacunan de la gripe, sin que se haya demostrado actualmente este efecto.
Los fumadores tienen mayor riesgo de infectarse por el virus de la gripe. Además, el efecto del tabaco sobre las vías respiratorias favorece que las complicaciones derivadas de cualquier proceso infeccioso sean potencialmente más frecuentes y graves.
En general cualquier objeto que haya estado en contacto con la saliva de una persona infectada puede transmitir la enfermedad.
Se aconseja no exponerse a grandes contrastes de temperatura. En los períodos de epidemia evitar frecuentar lugares donde puedan existir aglomeraciones, por ejemplo centros comerciales o estaciones. El Ministerio de Sanidad recomienda además abstenerse de acudir a los hospitales durante las epidemias, salvo que sea necesario.
Es la mejor medida de prevención ante la gripe. Debido a la alta capacidad de mutación, la vacuna es rediseñada cada año de acuerdo a las cepas que han provocado epidemia en el año anterior. Además, la inmunidad que confiere la vacuna no es permanente, por lo que es necesario revacunar cada año. La indicación de administrar la vacuna se realiza en determinados grupos de población y está coordinada mediante las campañas de vacunación de las diferentes Comunidades Autónomas. Algunas empresas también facilitan la vacuna a sus empleados.
En general deben vacunarse las personas con riesgo de sufrir complicaciones (mayores de 65 años, o menores de 65 años con enfermedades crónicas), y aquellas personas que puedan transmitirla a estos grupos de riesgo (trabajadores y cuidadores). El embarazo no es una contraindicación para la administración de la vacuna. Sí se excluyen de la vacunación las personas alérgicas al huevo y los menores de 6 meses.